En mi escala de “cosas
que me dan cagazo importante” sin dudas el hecho que la tierra cruja bajo mis pies y se retuerce
como que le hubieran agarrado los huevos con una prensa de banco queda allá
arriba, en el “top 5”, quizas en el top 3.
El miércoles
pasado estaba yo placidamente acostado en mi cama, disfrutando del silencio de
la noche (porque Gissy ya estaba dormida) y leyendo la ultima novela de Tom
Clancy. Estaba por dar vuelta la pagina de mi libro cuando de la nada la tierra
pego un salto el cual enseguida se convirtió en una serie de repetidas convulsiones
epilépticas de grandes proporciones. En las profundidades de la tierra las
capas tectónicas andaban franeleando como dos adolescentes en celo. Estas capas
(capa y capo) son uno de los cuantos seres vivientes, habitantes de las
profundidades que conforman el cinturón de fuego del pacifico. Los pibes, muy
cerca de Honiara se encendían de pasión, mientras arriba en la superficie de la
tierra todo era baile y mambo. Primero ese golpe seco y después las
convulsiones epilépticas seguidas a los milisegundos por ruidos que parecieran
originar de la ultratumba, un rugido feroz como animal desbocado el cual uno
sabe que no puede controlar, porque es mas fuerte que cualquier otra cosa en la
tierra, porque es la tierra.
Nuestra reacción
frente a un terremoto es automática, ya que lo hemos experimentado incontables
veces en estos casi 8 años que vivimos bajo estos adolescentes fogosos… mocosos
insolentes. Cuando los temblores vienen con tanta pasión como los de la semana
pasada hay que correr, salir de la casa o en el peor de los casos meterse bajo
el marco de la puerta. Nosotros corrimos, yo a la puerta para tratar de abrirla
y tenerla lista para cuando Gissy vuelva de la pieza con los chicos. Nuestra
puerta principal es doble, las dos con doble cerradura por el tema de seguridad.
Abrirla lleva su tiempo.
Estaba tratando
de abrir la puerta pero los golpes violentos del terremoto hacían que el
picaporte se moviera entre mis manos como un pez recién salido del agua. A la
vez escuchaba como se rompían vidrios y adornos que caían de los estantes y durante
un segundo estaba seguro que la casa se estaba doblando sobre se eje y que los
vidrios de las ventanas estaban estallando, tan grande era el rugido de la
bestia.
Así como empezó,
literalmente entre un segundo y otro acabo. En el preciso instante en que logre
patear la puerta y abrirla todo quedo en calma y en ese mismo instante se corto
la luz de toda la ciudad.
Rápidamente hice
mi camino a ciegas hacia la pieza de los chicos. Estaban los 3 en la cama de
Emily. Mathy dormía en los brazos de Gissy y Emy sollozaba bajito. La caída de
algunos juguetes y libros de la biblioteca de su pieza junto con el ruido
ensordecedor la despertó. Estábamos todos bien, la casa todavía en pie.
Volví a la pieza y
con manos temblorosas busque mi linterna mientras Gissy los acostaba a los
chicos en la pieza de Emily estaba vez juntos. La Emy se durmió enseguida sin
traumas. Enseguida le pedimos a los guardias que prendan en generador y nos
pusimos a limpiar el despelote de vidrios rotos, aceite de coco que había
dentro de unas velas, libros y botellas caídas etc.
Gracias a Dios
tenemos la bendición de vivir muy cerca del mar pero sobre la montaña, a 125
metros arriba de la costa porque detrás de todo terremoto siempre existe la
posibilidad que le siga un tsunami. Una vez que tuvimos electricidad del
generador nos metimos en Internet (que todavía funcionaba) y buscamos la información
sobre el epicentro. El epicentro fue a 39 Km. de Honiara pero sobre tierra y
del otro lado de la isla así que la posibilidad de tsunami era casi
inexistente. Igualmente durante un par de horas pos-terremoto mucha gente paso
por la calle en frente a nuestra casa buscando el refugio de tierra mas alta
por si acaso, hasta que en la radio finalmente confirmaron oficialmente que no había
riesgo de tsunami.
Una hora mas
tarde nos acostábamos de nuevo para a los segundos ser sacudidos por un
aftershock, para la mañana habíamos tenido 4 aftershocks grandes durante la
noche. La electricidad se restauro a eso de las 5:30 am. A media mañana del día
siguiente tuvimos otro de 5.1 que fue significativamente menor al de la noche,
pero igualmente se hizo sentir, como para mantenernos alerta. Continuaron los
aftershocks esporádicos hasta el sábado de la noche (fue el ultimo que sentí)
Al día siguiente después
de una inspección mas cuidadosa nos dimos cuenta que nuestra casa, cuyo primer
piso es de concreto estaba rajada en varias zonas. Un amigo constructor la
reviso y pareciera que la mayoría de las rajaduras son superficiales.
Aunque este no
fue el terremoto mas grande que he experimentado (pase por uno en Papua Nueva Guinea
el 22 de noviembre del 2007 de 7.1) fue posiblemente el segundo mas potente por
el que he vivido. Creo que nunca jamás se me va a ir el miedo que le tengo a
estos fenómenos naturales, a la vez creo que es un temor justificado. Pero
bueno, ahora descanso en la noción de que los adolescentes estos han largado un
poco de vapor y por un tiempo se van a comportar… espero.
1 comment:
Wow...
Que risa como lo describis, pero que susto!
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