14 August 2011

Retorno a casa

Estamos de vuelta en Honiara luego de nuestras vacaciones. Desde hace casi un año y medio que no salía de los países del pacifico sur en los que trabajo (Papua Nueva Guinea, Salomón y Vanuatu) excepto por la semana que pasamos en Nueva Zelanda el año pasado.
El día después de nuestro retorno salimos a hacer las compras y despacio me fui dando cuenta de lo complicada que es la vida aquí en comparación con otros países mas “civilizados” que estuvimos visitando. La visita a los 20 puestitos chinos para conseguir la limitada cantidad de alimentos disponibles, junto a los precios inflados no hicieron de este el más feliz de los regresos; eso asociado a las 4 horas de corte de luz diarios y el hecho que se rompió la bomba de agua en casa solo acrecentó la sensación de frustración.

Por supuesto ni los altos precios de alimentos, y cuando digo caro digo realmente es caro (esta en el ranking como uno de los países mas caros del mundo, Asia es tan barato!) ni el limitado stock de cosas que se consiguen, ni los cortes de luz, ni los problemas con el agua son nuevos; siempre estuvieron. Solo que simplemente con el tiempo nos adaptamos y lo tomamos como parte de la vida diaria. Pero ahora que estuvimos en un lugar donde hay supermercados que ofrecen una variedad inimaginable de productos y hay electricidad y agua las 24 horas del día cambia la manera de ver la realidad en la que vivimos. Sin embargo este es nuestro hogar.
Quizás Honiara no es el lugar mas bonito para vivir o el mas fácil pero tiene sus cosas positivas y son esas cosas que hacen que la vida sea llevadera. Una visita a la playa me trajo el alma al cuerpo nuevamente y el agradecimiento de poder vivir en este lugar a pesar de todos sus desafíos. Ahora a tres semanas de estar de vuelta en este pueblo/ciudad ya nos hemos adaptado a los desafíos y aprovechamos a disfrutar de sus ventajas. Sigue siendo un lugar genial para criar a los chicos (si no se enferman)
El sábado pasado luego de una siestita aprovechamos el lindo clima para sentarnos en el balcón y disfrutar de la fresca brisa mientras tomábamos unos mates. Los chicos bajaron a jugar con las piedras y arena que tenemos en la entrada. Los guardias que tenemos, aunque a veces nos sacan de quicio, son muy buenos con los chicos y disfrutan jugando con ellos a la pelota o simplemente empujándolos en las hamacas.

Cosas simples como sentarse en el balcón y disfrutar de la familia, de la vista impresionante que tenemos hacia las montañas del lado derecho y la bahía con el mar en el horizonte hacen la vida llevadera y agradable. Es interesante ver la gente que pasa por el camino de enfrente. Algunos con leña para cocinar la comida de la noche en la aldea, otros simplemente caminando para hacer ejercicio o pasando en camión en camino a sus hogares en la montaña cargados con las compras que hicieron en el centro, bolsas de arroz, vegetales y frutas del mercado o enormes pescados frescos.

El domingo hizo lindo día y aprovechamos para irnos a la playa a hacer un poco de buceo, el infaltable asadito del domingo al mediodía en la playa y andar un rato en kayak.
  

2 comments:

Rita said...

que lindas fotos! :)
Debe ser muy relajante la hamaquita...

Anonymous said...

por suerte apareció tu bolso negro!! y para terminar la historia, no hay mejor final que irse a la playa y comer un buen asadito, que rico!!